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domingo, 1 de mayo de 2011

1 DE MAYO

Abren paso a la comitiva los maceros del Excelentísimo Ayuntamiento de la ciudad luciendo sus mejores galas. Tras ellos, inicia la gran marcha una delegación de Grandes Inválidos formada por El Pepino, El Tato y Juanito el Pistolero, un tanto mohínos los tres pero orgullosos y decididos después de todo. Una pancarta les cubre las piernas que, conscientes del momento histórico que están viviendo, apenas renquean por la emoción más que nada: LA CLASE OBRERA AL PODER.

Un río de banderas e infinidad de pancartas se extiende por detrás de ellos hasta que la vista se pierde en la lontananza. Conmueve hasta lo más íntimo del espíritu humano esta especie de silencio trágico en medio del cual sólo se percibe el rumor implacable de miles de pies arrastrándose sobre el asfalto en pos de una redención quien sabe si todavía posible. Presidiendo la delegación del metal, sección Danificados de la Deslocalización Coreana, otra gran pancarta recuerda a la madre del cordero: ABAJO LA OLIGARQUÍA TERRATENIENTE Y FINANCIERA.

A continuación, una muchedumbre ingente de los llamados sumergidos, sección Consentidos del INEM, esgrime amenazadora las herramientas que le permiten dar de comer a su prole pese a quien pese. Los ojos, inyectados en sangre y las manos agarrotadas sobre el hierro de llaves, espátulas, tijeras, serruchos y otras muchas así, su influencia se deja notar entre las masas fraternas exactamente igual que si de ellos hubiera de depender el impulso final que ha de conducirles ineluctablemente hasta la emancipación total: camareros, azafatas, informáticos, botones, bordadoras, actores, diseñadores, enfermeros y enfermeras, fontaneros, arreapavos, taxistas, limpiadoras y limpiadores, porteros y dobles pivotes de fútbol, banderilleros y mozos de estoques, ascensoristas, maestros, pastores, carpinteros...

Le sigue un conglomerado numeroso de esclavos de la tierra, sección Aserejé, protegidos sus flancos por una disciplinada cohorte de jóvenes agricultores que no se resigna a repetir el triste destino de sus antepasados. Presidiendo su incontenible furia vengativa, una gran leyenda negra sobre fondo rojo pone las cosas en su sitio: LA NAFTALINA PARA QUIEN LA TRABAJA.

Banqueros, comisionistas de todo pelaje, eurodiputados, algún que otro mindundi desocupado, rentistas de cuna, agentes inversores y grandes promotores de cosas contemplan estremecidos este turbión humano, gris como los nubarrones que a ratos entoldan el cielo de la primavera. Algo tiembla por debajo de sus chaquetas, junto al corazón. Todo en el ambiente presagia horas más que aciagas. Alguno hay que, fuera de control a causa de los nervios, inicia un tímido aplauso que pronto se queda en nada acallado por los siseos de sus congéneres.

Finalmente, una heterogénea y abigarrada multitud de hombres y mujeres sin papeles, sección Pateras sin Fronteras, se bambolea levemente mecida por el murmullo de cantos ancestrales.

Una voz, tan aislada como extemporánea, exclama: ¡EL TRABAJO, PRIMERO PARA LOS ESPAÑOLES!

Todos, como un solo hombre, buscan al energúmeno entre la gente de los balcones, aunque nadie está muy seguro. Como si de una señal se hubiera tratado, un bosque de puños se alza esgrimiendo gastados martillos y herrumbrosas hoces sepultadas durante años bajo toneladas de préstramos hipotecarios.

¡Y QUE VIVA SIEMPRE LA CLASE TRABAJADORA, ESTÉ DONDE ESTÉ!, grita otra voz, más cazallera y concienciada.

La tragedia se masca, como aquel que dice.

Cerrando la comitiva, podemos ver a varios candidatos a la alcaldía cada uno con su cruz a cuestas. Flanqueándoles, media docena de Hermanitas de la Caridad, cual voluntariosas verónicas de la justicia social, les enjugan el sudor de vez en cuando. Y para rematar, la banda municipal, mal que bien, entona el Requiem de Verdi, menos dramático y profundo que el de Mozart, pero infinitamente más lírico. Dónde va a parar.

1 comentario:

  1. Veo que te has animado a usar estas herramientas. Vienen bien, y se van solas en cuanto lo quieras.
    Salud, saludos. Y un abrazo.

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