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domingo, 12 de junio de 2011

BONO, ESE HOMBRE

Hace ya muchos años que, con la excusa de no recuerdo qué trascendental efeméride, anduvo por los cines de España una película titulada FRANCO, ESE HOMBRE, realizada por un director algo familia, según creo, del fundador de la Falange. En dicha pelicula, aparte de glosar la vida y milagros que llenaban la hoja de servicios del generalote felón, se nos mostraba un retrato formado a base de las cualidades más pretendidamente "humanas" y cotidianas del protagonista.

Pues bien, no es por nada, pero tengo para mí que ya va siendo hora de que alguien se decida a hacer la película de don José Bono antes de que su currículo de gilipolleces sea tan abultado que resulte imposible, corriéndose así el riesgo de perder para la posteridad una colección tan abundante y sustanciosa que parece mentira que sea obra de una sola persona, por muy autocondecorada que esté.

La última de ellas, a propósito de la fallida alcaldía socialista de Illescas, lo retrata como el paradigma de todo lo que en las últimas semanas se ha venido denunciando en las asambleas populares de las plazas de este país. Y eso que de un tiempo a esta parte parecía haberse agotado el saco de las maldades y ocurrencias sin gracia del conocido maestrillo en tejemanejes.

Con ocasión de la toma de posesión del alcalde de Toledo, va el personaje en cuestión y con unos micrófonos delante (fotos y micrófonos, el colmo de sus pasiones/neurosis íntimas), a cuenta de lo sucedido en la capital de la Sagra, suelta la siguiente perla: "A Cayo Lara en IU le hacen menos caso que en mi pueblo a la Cipriana en los títeres". O algo así.

Independientemente de que IU sea una grillera impresentable y de que a la Cipriana en Toledo la conozcamos como la Tomasa, lo cierto es que la frasecita define al señorito en su exacta dimensión política.

Porque no sé si mucha gente se habrá fijado, pero en este país ni Dios habla de política. Aquí sólo se habla del poder. El poder, ése es el tema único y recurrente. Y el señor Bono, como ya se ha dicho, es el mejor ejemplo de esta vieja actitud partidista, con una particularidad que lo singulariza , ya que se trata de un tipo que por no creer no cree ni en partidos ni en nada que no sea él mismo.

No hay más que hacer un ligero repaso a su trayectoria desde que, allá por los años ochenta, fue a dar con sus posaderas en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Este individuo, cuyas dotes para el manejo presiento que ni él mismo conocía, fue descubriendo con el paso de los años que no le satisfacía del todo contar con los votos que le daba su izquierdismo guerrista del momento. De modo que, ni corto ni perezoso, decidió ampliar el "caladero" (Bono dixit) en todas direcciones, se dijera lo que se dijera. Y así, desde entonces, lo mismo doraba la píldora a los empresarios a base de sindicalismo joseantoniano, que citaba a Karl Marx si sospechaba que la audiencia iba de izquierdosa; lo mismo regalaba relojes a manos llenas en un alarde de populismo repulsivo, que se carteaba con las monjitas que en las clausuras rezaban por que no dejara desamparada a la tierra y las gentes que tanto le necesitaban; lo mismo acariciaba melífluo la estola de los arzobispos más reaccionarios del orbe vaticano, que evocaba con emoción sin límites las figuras más radicalmente anticlericales, por ejemplo, de la historia de la poesía española del siglo XX. Y todo ello, naturalmente, previa calculada elección del momento y la ocasión electoralmente más rentable.

PORQUE YA QUE LO ÚNICO QUE IMPORTA ES EL PODER, TODOS LOS VOTOS SON MÍOS, MÍOS, MÍOS... Y DE NADIE MÁS.

No importaba lo más mínimo si esta tendencia personalista hacia el partido único conllevaba reinar sobre una dictadura democrática, por así decirlo. Y no son palabras hueras. ¿Quién se atrevía aquí a moverse que no tuviera el placet del Jefe? ¿En qué medio podían verterse opiniones que no fueran de su agrado sin que él o sus sicarios no lo persiguieran hasta arrancarlas de raíz.

Pues bien, ésta es la actitud que mantienen los "grandes" del bipartidismo respecto a los "pequeños". Sobre todo y desgraciadamente en la izquierda, lo que en cierto modo vendría a explicar algunos de los más turbios complejos del PSOE. De manera que esto de los tamaños políticos no es sólo cuestión de una ley electoral injusta, lo que se da por supuesto, sino del estilo de estos funambulistas del poder que no parece sino que han conseguido en una tómbola el título de demócrata: al pequeño, si sostiene ideas o propuestas que ideológicamente dejan al grande con el culo al aire, se le aplasta; si se presenta o se fabrica la oportunidad de comprarlo o corromperlo, se le fagocita o simplemente se le anula; y si fuera el caso de necesitar sus votos para llegar al poder, por ejemplo, de una alcaldía, no hay más que disponer de ellos como y cuando apetece, sin más compromisos ni escrúpulos que valgan. Al fin y al cabo, todas ellas, simples variantes del desprecio.

Son los componentes imprescindibles de esta DEMOCRACIA ARTIFICIAL YA, de la que don José Bono viene a ser por derecho propio uno de los representantes más cualificados, si no el que más.
















































2 comentarios:

  1. ¡Por fin! Muy bueno, sí señor.

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  2. Muy buen articulo,me gusta,haber cuando un articulo sobre loj bojsillos transjparentes y la dejcencia.

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